viernes, 12 de mayo de 2017

PARTIDO SOCIALISTA EN EL CLÓSET (NO ES PECADO SER CAPITALISTA)




Hoy, leía una interesante columna de Aldo Torres en El Mostrador, donde éste reflexionaba, acerca de que, en realidad, los miembros del cuestionado Partido Socialista son “capitalistas progres”, refiriéndose al escándalo que ha provocado el reportaje de televisión que develó sus millonarias inversiones en SQM, mineras y otras.
Me sonreí pensando en aquello de que “las ideas andan en el aire”, pues precisamente ayer pretendía empezar esta columna y lo único que escribí fue el título.
Concuerdo plenamente con el autor, excepto en una cosa: los socialistas, no son capitalistas “progres”; su forma de actuar, de relacionarse con el poder económico, las bases, y la ciudadanía, develan simplemente que, el Partido Socialista, está lleno de conservadores y capitalistas a ultranza, “neoliberales metamorfoseados”, barnizados de modernidad y tolerancia, por el simple hecho de haber participado en su juventud, en alguno de los partidos que conformaban la Unidad Popular.
Es triste constatar, cómo el idealismo se suele ir perdiendo, conforme va saliendo guata de oficinista y lobbista. Más triste es, constatar que muy pocos de los jóvenes del 73, eran realmente consecuentes; de hecho, la mayoría de aquellos consecuentes, llevan muertos 40 años y fracción u otros simplemente murieron de pobres y de viejos, esperando que llegara la alegría.
Lo brutal, es que muchos de los personeros del PS que, actualmente ocupan cargos políticos importantes, volvieron tan renovados del exilio que, uno no entiende por qué, se auto denominan socialistas, si de socialistas, nada. Por ejemplo, me pregunto si, Osvaldo Andrade aún es socialista considerando el escándalo de la pensión millonaria de su mujer, versus las indignas $119.000  que reciben mensualmente, gran parte de los jubilados de este país.
 Y es que, para autodenominarse “algo” o “alguien” (lo que sea), se requiere de cierta coherencia mínima entre el discurso y la acción.
Con el tema de las inversiones del Partido Socialista, considero que lo reprochable, no es el patrimonio que ostenta la institución, sino el disfraz que utiliza ante la opinión pública, ante el electorado. Pues, si levanto una bandera de lucha social pro trabajador, en contra la concentración económica, el abuso de poder en el mercado y la peligrosa mezcla de política y negocios, es bien cara dura autodenominarse socialista, si ya no cree en el socialismo, o si se utilizan en privado las redes que se combaten en lo público.
Lo anterior, lo afirmo con el apoyo de la historia. En 27 años, la nueva izquierda chilena, si bien restableció bastante de lo perdido en 1973, objetivamente no ha mejorado nada desde su arribo, apenas nos sacó de la anormalidad en la que vivíamos y el resto lo hizo el mercado. Me explico: La  dictadura, fue un doloroso lapsus en nuestra vida, una época de secuestro de la libertad y la justicia social. No obstante, Chile existía antes de Pinochet y teníamos una Constitución que había sido dictada en 1925; ya en esa época, se establecían garantías que involucraban conceptos que, a la fecha, no se han restablecido de modo alguno, y cuya sola sugerencia es considerada, casi revolucionaria, hasta por los socialistas. Cito el artículo 10 N° 10  inciso 3 y N° 14  de la Constitución de 1925, juzgue usted.
“El ejercicio del derecho de propiedad está sometido a las limitaciones o reglas que exijan el mantenimiento y el progreso del orden social, y, en tal sentido, podrá la ley imponerle obligaciones o servidumbres de utilidad pública en favor de los intereses generales del Estado, de la salud de los ciudadanos y de la salubridad pública;”

“14° La protección al trabajo, a la industria, y a las obras de previsión social, especialmente en cuanto se refieren a la habitación sana y a las condiciones económicas de la vida, en forma de proporcionar a cada habitante un mínimo de bienestar, adecuado a la satisfacción de sus necesidades personales y a las de su familia.”.

Es interesante, ver cómo en el Chile pre dictadura y pre Unidad Popular, inclusive, se hablaba de un derecho de propiedad que, no sólo cumplía una función social, sino que debía contribuir al “progreso del orden social”, en donde lo que se protegía no era “libertad de trabajo” (como establece la constitución del 80), sino que se consagraba la “protección al trabajo” y la “protección a la industria” (que actualmente no existe en Chile). Ya en 1925, la sociedad chilena se había otorgado una norma fundamental que, establecía un parámetro mínimo de bienestar para la persona y su familia; considérese que, estamos hablando de 1925, es decir, el gobierno de Alessandri.  Cosa muy distinta, fue la Constitución que Allende estaba por someter a plebiscito en 1973, y que fue abortada de término, a causa del golpe. Esa sí que era revolucionaria, porque se estructuraba en torno al trabajador, no obstante, se concibió respetuosa de las libertades individuales y consagraba el derecho a la propiedad y la libertad de enseñanza.
Uno, puede entender que la derecha tradicional y la centro derecha, propugnen por la amnesia nacional, porque es natural en ellos querer que nos olvidemos de todo, hasta de nuestras leyes de antes del golpe; lo rancio, es constatar el fuego amigo, pues, nuestros socialistas renovados, se han enaltecido a sí mismos por “recuperar la democracia”, cuando en realidad se han farreado la oportunidad construir y contribuir a reparar el Espíritu de Chile, salvajemente vejado en 1973. En efecto, la izquierda socialista, ha contribuido activamente en consagrar la Constitución neoliberal de Jaime Guzmán, y se ha servido de ella y sus mañas. 
No obstante lo anterior, debemos como ciudadanos y votantes, hacer también nuestro propio mea culpa y preguntarnos qué tan ingenuos o negligentes hemos sido, cuando nos hemos “hechos los locos” al oír, por ejemplo, a Ricardo Lagos hablando del “chorreo”, como ideal de justicia social; o al ver a Enrique Correa,  forrándose con el lobby,  al mismo tiempo que instalaba a su hijo Carlos Correa Bau, en la Secretaría de comunicaciones de La Moneda, a principios del gobierno de Bachelet, etc. 
Así, nos hemos negado a ver detalles al parecer, sin importancia, pero muy reveladores de la naturaleza de las personas; como por ejemplo, lo incoherente que resulta que muchos de los dirigentes y hombres fuertes del socialismo, vivan actualmente por ejemplo,  en La Dehesa (humilde barrio periférico, preferido por muchos de aquellos antiguos exiliados, torturados e idealistas de antaño).
En lo personal, me da lo mismo donde vivan o cómo vivan. Cada cual es libre de elegir, mientras su bienestar y goce, no se sustente en la pobreza material o moral de otro. Lo comento pues, los partidos políticos reciben financiamiento fiscal; entonces cuando se habla de equidad y justicia social,  esta situación en particular resulta muy contradictoria.
Cabría preguntarse entonces, qué tan socialistas son los socialistas chilenos; o si acaso efectivamente lo fueron alguna vez,  y ya no lo son; o si tal vez, si jamás lo han sido.
Así que, por favor señores del PS, ya basta de mentirse a sí mismos y al electorado: si ustedes son capitalistas o derechamente neoliberales, y en realidad aman a Milton y a Jaime, y no quieren desbaratar su legado, y por eso aún reina en Chile la Constitución del 80 y el principio del Estado subsidiario: asúmanse, salgan del clóset, váyanse a trabajar al directorio de alguna empresa de las que han formado ustedes mismos o algún amigo. Ser capitalista a secas, no es objeto de vergüenza en una sociedad libre y pluralista, a menos que se abuse de la posición dominante.

jueves, 11 de mayo de 2017

ELECCIONES 2017: EJERZA SU PODER Y MERÉZCASE OTRO CHILE




Cuando las élites se disputan el poder político, comienza la venta de sueños a la masa  adormilada, llamada despectivamente “la gente”, y todo el show mediático para captar votos de los zombies citadinos, de los walking dead políticos en que, nos hemos transformado los chilenos, se despliega. 
Cuando una elección se acerca, entonces la clase política chilena, emparentada hasta el incesto con la elite económica, empieza la batalla de ideas vagas, frases rimbombantes y vacías que, manosean hasta lo asqueroso, conceptos y principios profundos como, amor, justicia, libertad, igualdad, equidad, responsabilidad, voluntad, solidaridad, etc, tratando de seducirnos con sus cantos, para que los interesados de uno y otro lado, migren desde los directorios de las empresas al poder ejecutivo y legislativo,  conservando de manera alternada, el sueldo reguleque, los contactos, y el poder.
¿Y nosotros, los representados? Bien, gracias… acá en el celu mirando Facebook, enterándonos impasibles y conectados a la Matrix que, el mundo se reestructura vertiginosamente; y que acá en Chile, los políticos que recuperaron la democracia y los que perdieron la tiranía, son todos amigos o parientes, que  han abusado del poder que nosotros mismos les entregamos para que representasen nuestros intereses; repartiéndose en cambio, los cargos  y concertándose con las conglomeraciones empresariales e instituciones gubernamentales, para obtener todo tipo de privilegios que incluyen, por cierto, los perdonazos tributarios a los que, un ciudadano de a pie, jamás podrá aspirar. 
Este año, nos enteramos que, los militares se robaron plata; que los carabineros se robaron plata, que Garay ha sido el chivo expiatorio de muchas estafas y hasta los exámenes ginecológicos de Nabila Rifo han sido desclasificados en nuestra vulgaridad y morbo infinitos. Y resulta que, a fin de año, hay elecciones presidenciales y pareciera que, con la venia de nuestra desidia política, los brazos cortos de Piñera, alcanzarán nuevamente el Palacio de la Moneda y lo poco que le queda en bienes y acciones al Estado de Chile, se venderá a vil precio, como suele ocurrir desde hace un tiempo con casi todos los gobiernos de turno. Sí, porque todos nos han vendido un poquito. Pero la culpa no es del chancho. 
Nosotros, sabemos que nuestros representantes, sean quienes sean, tienen una cuota de poder importante para construir un Chile que se acerque más a nuestro sueño de un país justo y amable con la ciudadanía que lo conforma.  
El gran problema, la tragedia de Chile, radica en que por un lado, nuestros antiguos revolucionarios pijes y renovados, estuvieron tan exentos de valentía, que la alegría tan esperada nunca llegó; y seguimos viviendo en este universo distópico creado por Jaime Guzmán, y cuyos musos ideológicos fueron Francisco Franco y Milton Friedman.Por otro lado,  la actual vida cívica de la polis, es un reality permanente y cada vez más rasca, donde varios aspirantes  al Congreso y hasta un par de presidenciables están imputados por algún delito económico y/o tributario, fraude al Fisco incluido.
¿Tenemos los ciudadanos, alguna responsabilidad en nuestra propia desgracia, al elegir desde la negación, la opción menos mala, o menos tiránica, o menos ineficiente? ¿Cuál es nuestra responsabilidad social, al no ejercer voluntariamente el derecho a votar? 
Cada uno de nosotros, tiene un poder del cual debe hacerse responsable, este es nuestro país. Los legisladores y el poder ejecutivo, debiesen operar, de facto, como representantes de nuestros intereses, para obtener los fines que atañen a los representados, y no en pro de sus propios intereses particulares, siempre relacionados con el dinero y/o el poder. 
Finalmente, el 19 de noviembre de 2017, hay que elegir Presidente de la República. Ello es un tema  complejo, porque estamos en un momento histórico a nivel nacional e internacional. En el mundo, ad portas de una guerra entre naciones, con Siria, como campo de batalla. A nivel nacional, las demandas sociales son diversas y muchas de ellas, dicen relación con una nueva visión, del rol que debiese tener el Estado para facilitar las trasformaciones requeridas, considerando desde luego, nuestra historia, nuestros errores y horrores, nuestros sueños y esperanzas. 
Lamentablemente, la improvisación de la Nueva Mayoría en todas las reformas, fue tan rasca que, pareciera que todo fue mal hecho a propósito, casi pavimentandole el camino a Piñera. No obstante, la ciudadanía sigue consciente de lo importante que es manifestarse políticamente y luchar por lo que se cree justo, con respeto y empatía por la visión del otro, pero con la dignidad de lo que nos es propio. 
Es importante entender que, para no perderse en este viaje hacia el manoseado ideal de “una sociedad más justa”, ha de entenderse que, esta anhelada justicia no puede ser tal si, por ejemplo, la dieta parlamentaria líquida y sin asignación es de $6.580.000.- y el sueldo mínimo de $250.000 pesos, ejemplo clásico de lo inequitativa de nuestra sociedad. Ex profeso digo inequitativa y no desigual, pues el concepto de lo igual y la palabra igualdad es la más prostituida de los últimos tiempos, ocupada para cualquier cosa, a propósito de lo que sea, bueno o malo según del lado que venga. Ni hablar de la libertad, para algunos de nuestros empresarios, reventar un mercado a base de colusión, es un acto de libertad económica.
Por ello, se vuelve urgente un nuevo pacto social; un proceso constituyente en donde la ciudadanía tenga participación activa en la discusión y decisión de la Norma Fundamental. Es importante, tener claro cuáles candidatos están a favor de un cambio constitucional que, permita una transformación real del país, de acuerdo a los nuevos valores de la sociedad chilena, ya sea a través de una asamblea constituyente u otro proceso que asegure participación activa y vinculante de la ciudadanía. 
Sólo un saurio de mente anquilosada, podría afirmar que el proceso será un “fumadero de opio”: es posible una discusión seria, mesurada y responsable; constructiva y crítica, donde participen todos los actores importantes, debidamente representados y en igualdad de condiciones, pudiesen discutir, los términos para una nueva Constitución Política para Chile. 
A la fecha hay cerca de 18 pre candidatos, y la pregunta es: ¿quién podrá representarnos? considerando que, el imputado candidato Sebastián Piñera, representa sus propios intereses y los de su sector,  y la Nueva Mayoría ya no existe. 
Por último, una reflexión. Hace unos meses, los norteamericanos veían a Trump como la distopía más improbable, y ahí está; lanzando la “madre de todas las bombas”. Nadie se la jugó por Bernie Sandders, y la cuestionada señora Clinton, no pudo nomás. Dicen que, los pueblos tienen los gobernantes que se merecen, y lamentablemente los gringos no fueron a votar. Pobre de ellos.
Pregunto: Si los pueblos tienen los gobernantes que se merecen ¿A quién se merece usted de Presidente?

¿QUÉ PENSARÍA ANA FRANK DEL BLOQUEO DE SUMINISTROS A GAZA?

En 1993, cuando estaba en 2° medio, estudiando en un colegio de monjas del cual quería salir corriendo, cayó en mis manos un libro que ...