martes, 19 de junio de 2018

MUJER, ASUME TU ROL HISTÓRICO.


Hoy, en todo occidente al menos, se habla al unísono de la nueva revolución feminista y la igualdad de derechos, del fin de la educación sexista, y de la necesidad de instaurar un lenguaje inclusivo que los incluya a todas, todes y todos. Se ha festinado con memes respecto de algunas propuestas, se han iniciado acaloradas discusiones en diversas partes del mundo, han habido tomas estudiantiles e incluso, las mujeres chilenas y argentinas lograron, respectivamente, sendos hitos legislativos en sus respectivas luchas por despenalizar el aborto y exigir autodeterminación, en ese aspecto.
Se ha reflexionado acerca de nuestra propia contribución como mujeres a la perpetuación de un rol asignado desde la masculinidad; se ha discutido incluso acerca de la estética femenina imperante y su autenticidad, en tanto si verse o vestirse de determinada manera es o no una imposición cultural, como el usar pelo largo, por ejemplo. Ha estado interesante la discusión.
 
No obstante, a pesar de toda la información existente y de las manifestaciones ciudadanas, de algunos logros importantes no hemos logrado asir el problema de fondo; aquel vicio que realmente causa esta desigualdad y que está instaurado hasta las bases. Tal vez, será que como sociedad nos hemos quedado en el síntoma, siempre tan molesto, y ello no nos ha permitido atender la dolencia esencial.
Si lo que buscamos es una sociedad inclusiva y diversa, una educación no sexista y el fin de los abusos sistemáticos de todo tipo, derivados de esta “supremacía masculina patriarcal heteronormada” por sobre la visión femenina cooperativa, lo primero que hay que determinar es, qué es aquello masculino que resulta tan lesivo, al punto de que la mujer deba salir a las calles a defender su humanidad: yo pienso que es esa puta costumbre de los varones de imponer su visión práctica del mundo, por la razón o la fuerza.
 
Creo que, podemos decir con propiedad que nuestra propia historia nos ha expuesto de manera brutal, la violencia con que un grupo de “hombres de negocios” apoyados por nuestro propio ejército (tristemente) instauró tras el golpe de Estado de 1973, una sociedad neoliberal e individualista económicamente que tiende paradójicamente, a la estandarización de conductas, gustos y líneas de pensamiento orientadas a la asimilación de lo que sea que esté en la posición dominante. Mediocridad, básicamente.
 
El golpe de Estado fue una violación y femicidio frustrado a la mujer- Patria, pero aún seguimos de pie y todavía tenemos los mismos sueños de libertad que antes, verdadera libertad para las personas que amamos. Evidentemente que, nuestros métodos para alcanzar una sociedad más justa no serán los mismos, pues el mundo cambió mucho, Chile cambió mucho, el pueblo de los ´70 no es el mismo que el pueblo del 2018; pero todavía seguimos padeciendo algunas injusticias intolerables, en algunas humillaciones insufribles, pobrezas de todo tipo y abusos inhumanos.
 
Hoy la lucha de las mujeres es personal, e intentamos cambiar el mundo desde lo femenino, desde lo inclusivo, desde la cooperación, y aunque algunas mujeres violentadas han reaccionado con fuerza, pues existe un desgaste evidente tratando de hacerse escuchar sin resultados, la postura femenina siempre ha estado orientada hacia hacer entender a las élites compuestas principalmente por hombres, que: NO es un rol histórico de la mujer ser comparsa y ayudante del varón, en una sociedad determinada (asistente de, señora de, mamá de), sino que, la mujer es un agente activo de cambio en el mundo, precisamente a través del hacer y ser femenino. 
 
La “matrix” imperante, de orientación masculina y militarista, nos agrede (y de paso a nuestros hijos) a través de la legislación en general, a través del mercado laboral, a través de la falta respeto por el pensamiento femenino y sus representantes, por todo el ninguneo a las expresiones intelectuales propiamente femeninas o afectas a lo femenino: como el arte, el diseño, la música, la danza, la poesía, todas esas “cosas de mina o de artista” que son “tan lindas, pero tan inútiles para la vida”.
ESO ES, precisamente contra lo que hay que luchar: la permanente minoría de edad, metafóricamente hablando, que se nos ha asignado como ser sexuado mujer; rol asignado por el varón y por las propias mujeres que, increíblemente, están de acuerdo con esa situación de subordinación. Es esa típica condescendencia intelectual, en donde si yo digo “A”, entonces no es nada nuevo o, es algo básico y evidente; pero si un varón es quien dice “A”, entonces él es visionario y genial, innovador sin duda.
Cuando hablamos de educación no sexista, además de incluir el tan manoseado todes, y “hebler tede esé” hay que partir por exigir que, en la malla curricular escolar, se reintegren las artes y las ciencias humanistas. Una sociedad que valida un sólo tipo de conocimiento por sobre otro que desprecia, acaba siendo una sociedad coja y mediocre, de visión pobre y sesgada, machista a fin de cuentas, tal como lo es la sociedad chilena. 
 
Hablemos de bullying machista, ¿acaso nunca se burló usted de la ex presidenta, por gorda, o por la falta de manejo comunicacional que adolecía? Todos lo hicimos alguna vez, yo también la traté de “gordi”, eso es machismo y es un ninguneo a una mujer que llegó a la Primera Magistratura del país, dos veces; pues, a pesar de todas las falencias que tuvo su gobierno al implementar las reformas que trataron de recoger las demandas ciudadanas, a pesar de los escándalos de corrupción y demases, fue una mujer quien se la jugó como nadie para generar un proyecto de nueva Constitución, que hoy duerme en el congreso; proyecto que, a pesar de las críticas recibidas, contiene en su artículo 1° una reconocimiento a la familia “en sus diversas modalidades como núcleo fundamental de la sociedad”, y que en el artículo 3° impone al Estado el deber de crear las condiciones necesarias para el desarrollo integral y sostenible de la comunidad y de sus integrantes…” o que, por ejemplo, incluye garantías constitucionales que no existían antes en nuestro ordenamiento jurídico: el derecho a la personalidad, el derecho a una educación propia de los pueblos indígenas, etc.
En fin, hoy este movimiento ciudadano está en posición de despertar los proyectos dormidos que empezaron otras mujeres, y tiene la posibilidad de hacer su propio aporte, su propia cooperación. ¿Por qué hemos permitido que sistemáticamente se nos reste humanidad? ¿no somos Hombres acaso, todos los humanos de la Tierra?
 
En la declaración del Hombre y del Ciudadano, de 1789, su artículo 1° señala: Los Hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Evidentemente ese Hombre con mayúscula, incluía e incluye a todas las mujeres y a todos los varones, como manifestaciones sexuadas de la humanidad. Es decir, ya en 1789 las mujeres francesas sabían que eran humanas, entonces, cabe preguntarse por qué esta perogrullada de que, mujeres y varones tienen los mismos derechos y deberes, es absolutamente invisibilizada, omitida sistemáticamente por la sociedad, e incluso por el Estado chileno al 2018, al permitir y/o establecer a través de sus poderes, diferencias arbitrarias, visibles e invisibles.
 
Hace unas semanas, un personajillo ligado a la dictadura, dijo que lo malo de la revolución feminista era que estaba comandada por puras lesbianas; aquel comentario homofóbico y machista es doblemente denostador pues, aquel personaje, pertenece a un sector que considera a los homosexuales como personas de segunda clase y moralmente reprochables, entonces hay en primer lugar un cuestionamiento moral al movimiento feminista, sólo por la opción sexual de algunas de sus líderes. Yo me pregunto, ¿qué tendría de malo que la revolución feminista la iniciara un grupo de lesbianas? ¿No son acaso mujeres, las lesbianas, y no constituyen acaso, un grupo de mujeres atacadas con particular violencia? 
 
Por otra parte, el comentario referido, y que es fiel reflejo del pensamiento la elite neoliberal chilena, ningunea a la mujer heterosexual pues, no la considera capaz de liderar un movimiento, no la ve, la invisibiliza detrás de una dueña de casa, niega la capacidad femenina de organizar una revolución pacífica y efectiva, niega la capacidad de la mujer heterosexual de dirigir. Para la derecha neoliberal la mujer heterosexual es una mujer sin poder, sin ideas propias que DEBE ser consorte.
¿Y qué pasaría si la revolución feminista hubiese sido arengada, no por las estudiantes, sino por las mamás de Chile, en nombre y en representación de las mujeres de Chile y de sus hijos? ¿Les parecería mejor la revolución feminista o se cagarían de la risa? Tal vez, nos llamarían “mamanazis” y algún pelotudo nos definiría como “mujeres aburridas que quieren salir a puro webiar a la calle”. Sí, seguramente nos ningunearían más, y aun así seguiríamos gritando.
 
Tengo 2 hijas, quisiera que ellas fueran absolutamente felices siempre y que crecieran en una sociedad capaz de ofrecerles lo mejor, la mejor educación, la mejor salud, respeto por sus ideas, por sus gustos, por la forma de amar que elijan cuando estén en edad para elegir, en fin, que sean mujeres íntegras. Sé que ello no será posible si las mujeres que estamos en posición de luchar, permitimos que esta flecha que han lanzado las estudiantes se pierda en el vacío, y todo quede en nada o, se remita a un mero cambio cosmético del lenguaje. Es urgente transformar Chile en una sociedad moderna e inclusiva, pero de verdad; se puede y se debe.
 
Esta revolución, no es una declaración de guerra feminazi contra los machos del planeta, sino una invitación a cooperar y construir sociedad: basta de negar el mundo femenino que es, precisamente el 51% de la población humana del planeta.
Recuerden siempre chicos que, según el gran libro de los mitos, si no fuera por Eva, Adán jamás se habría cuenta de que estaba absolutamente desnudo. Así, el rol histórico de la mujer es y ha sido desde el principio, precisamente, revolucionar el mundo.

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