Ayer veía en youtube, un video
que relataba la trayectoria de Bernie Sanders, ex precandidato presidencial
norteamericano, quien perdió la primaria demócrata contra Hillary Clinton. Más
allá de su consecuencia y lucha social por décadas, lo interesante es constatar
como desde 1980 aproximadamente, Sanders viene advirtiendo y poniendo de
manifiesto aquello que sabemos muy bien en Chile: el neoliberalismo empobrece a
las sociedades que la instauran como forma de desarrollo de mercado, generando
guetos de pobreza y de riqueza que sólo contribuyen a la desintegración social
y a la violencia.
Con datos duros, Sanders se
encarga de hacer presente como, sistemáticamente, el pueblo norteamericano se
ha empobrecido gracias al neoliberalismo, disminuyendo brutalmente la clase
media, enriqueciendo obscenamente a los más ricos y empobreciendo en todo
sentido a los más pobres. ¿Le suena parecida la historia?
Cómo si no, si para nosotros los
chilenos, laboratorio de los Chicago Boys, su paso por nuestra tierra ha sido
funesto en muchos aspectos, pues a causa de la mercantilización de todo lo
existente, el crédito otorgado a mansalva sin aumentar los sueldos y el
endeudamiento galopante, nos ha otorgado una falsa sensación de bienestar,
mientras nuestros recursos son capturados por los dueños de los grandes
capitales, quienes han sido absolutamente impíos en su carrera por adquirir
todo lo que sea posible de ser poseído.
Aunque resulte cansino, es inevitable
hablar del golpe de Estado, pues es el punto de quiebre de la institucionalidad
y el verdadero estreno de la retroexcavadora de la que tanto se llena la boca
la derecha chilena. El golpe, más allá de nuestros muertos, arrasó con todos
los cimientos de nuestra vida republicana:
1) Con
nuestra Constitución, que databa de 1925 y que aseguraba la obediencia de las
FF.AA. a la Constitución (cuec!) y una serie de derechos garantizados que hoy
no existen y suenan a utopía, pues los valores mismos de la sociedad fueron
trastocados.
2) Con
la posibilidad del Estado de crear empresas y puestos de trabajo más allá de la
burocracia estatal, considerada “gasto” por la derecha neoliberal. Seguro más
de alguien dirá que el Estado actualmente puede crear empresas, pero adviértase
que para ello se requiere una ley ad -hoc y por supuesto, no se puede vulnerar
por nada en el mundo el principio de subsidiariedad, es decir, la preferencia
que tienen los grandes capitales de crear empresa. O sea, de facto, cero oportunidad
para el Estado de emprender y crear empleo sustentable sin que la derecha
patalee ante el Tribunal Constitucional. Lo anterior, implica por ejemplo que, no puede existir una
constructora estatal que se encargue de la construcción de viviendas sociales,
y en cambio hay que licitar el asunto a privados y será una empresa de los
mismos de siempre, la que construya para los pobres, unas casa de mierda en
unos barrios de mierda, por un precio obsceno para lo que valen.
3) Se
dañó severamente la imagen del Estado de Chile y su percepción ante la
población, en cuanto a su capacidad para ser eficiente: “todo lo estatal el malo, funciona como las pelotas, los empleados son
flojos, quieren todo gratis, etc”. Ello, excepto cuando el Estado ha debido
salvarles el culo financieramente, como en los 80 a los bancos, uno de los
cuales fue desfalcado por el candidato Piñera. Welcome to the chilean way.
4) Se
capturaron, mediante la creación de las AFP, los dineros de las pensiones de los
chilenos, otorgando por Decreto Ley (sin congreso, ergo sin representación
popular) a empresas privadas la administración de dichos dineros. De más está
decir que, como mandatarios de los trabajadores, las AFP sólo han ganado dinero
para ellas mismas, pero su gestión ha resultado un negocio tan funesto para
millones de trabajadores que ponen su dinero en ellas. En el sistema
neoliberal, el pueblo pierde incluso cuando es el socio capitalista. Esa
codicia grosera e imputable sólo a una falta de inteligencia extrema ha puesto el
lucrativo negocio de las AFP en riesgo y bajo la lupa de la opinión pública.
Ese es el
problema del neoliberalismo, explota un mercado hasta reventarlo, y para
efectos de las pensiones, sólo acá, en el reino de lo absurdo los trabajadores no tienen la libertad de elegir qué hacer
con su dinero.
5) Se
vendió todo bien del Estado que se pudiera vender. Falta el 5% de los derechos que agua, pero seguramente Piñera ya
los tiene comprometidos con algún inversionista, y así vamos desmantelando al Estado.
En el arte de la guerra, lo primero que hace un general inteligente es dejar al
adversario sin dinero. Eso es gravísimo.
6) Los
valores republicanos se cambiaron por los valores del mercado. Esa es lejos la
herencia más perniciosa de la dictadura y la derecha neoliberal, pues no se
trata de rechazar el mercado y otorgarle nulo valor, si no, de darle el lugar
que le corresponde dentro de una sociedad. El mercado permite la creación de
riqueza, la posibilidad de emprender, etc., pero no puede determinar los
valores de una sociedad, ni dejar toda la actividad humana a merced del mercado
ciego. Es una estupidez, un suicidio dejar todo a merced del mercado.
En suma, es absolutamente
repugnante y patético que aún en el 2017, a casi 200 años desde la declaración
de independencia de Chile, los sueños de nuestros próceres sean sólo eso, y aún
nos debatamos en el absurdo de si ha de considerarse o no un derecho, la
educación.
En cualquier país civilizado, que
cuente con el dinero que tiene Chile, se consideraría que educar a la población y capacitarla gratuitamente, es la mejor inversión
que puede hacer un país. No existe puente, ni línea de metro, ni dotación
de carabineros que genere más paz social, estabilidad económica, cultura, ciencia
y oportunidad de negocios que una sociedad educada, bien alimentada y con una
vida digna. Eso es estar en la “A”.
La profunda inequidad que genera
el sistema neoliberal y que ya tiene consumido a Estados Unidos, pues su clase
media agoniza desde hace décadas, es asimismo la fuente de todos los dolores de
cabeza de nuestra sociedad; puesto que, el gran problema del neoliberalismo no
es el dinero, no hay nada malo con el dinero: el problema es la deshumanización de la sociedad a propósito del mercado
neoliberal. Es pensar el mundo no a propósito de las personas que lo
habitan, sino que, en cuotas de participación de mercado, en porcentaje de
crecimiento, de utilidad, de rendimiento, etc., olvidando que el mercado es una
creación humana y que por ello debiese estar al servicio del hombre,
propugnando por su desarrollo integral.
Bajo la dictadura del
neoliberalismo, lo importante son las cifras y no las personas. Nos hemos
transformado en una mera cifra, de esas que le importan tanto a personas como
Fernando Villegas, como si ellos mismos no fuesen unos patipelaos de medio pelo.
En mi humilde opinión, el mercado
debiese estar al servicio del hombre y no al revés, pues nosotros los
ciudadanos, los hombres y mujeres libres de esta patria, somos mucho más que un
número.
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